Tierra Adentro

Casa de misericordia

Es cierto que la poesía tuvo su siglo de las luces, o mejor dicho, sus siglos de luz. ¿Ahora nos dedicaremos a contemplar simple ruido blanco? Este blog se propone llevar a cabo una especie de antropología poética (sui generis) del joven siglo XXI, al ocuparse de autores en lengua castellana. Propiciaremos la poesía de pecho desnudo, la que desdeñan los que se creen santos, profetas o poderosos.

Fotografía: wallpaperswide.

Esta madrugada del 7 de enero, alrededor de las 4:30 horas, Julio Scherer García murió.

Hombre clave del periodismo mexicano y maestro de múltiples generaciones de periodistas sesudos y críticos en México.

Scherer nació el 7 de abril de 1926 en el Distrito Federal. A sus casi 18 años comenzó a trabajar en el diario Excélsior, donde inició como mandadero en la redacción y 6 años después, publicaría sus primeras notas en el vespertino Últimas Noticias y al año siguiente ya colaboraría de fijo en Excélsior.

Posteriormente, en septiembre de 1968, asumió la dirección del Excélsior, que en aquel entonces era el diario más reconocido y prestigioso del país. Debido a su línea editorial crítica al régimen de entonces, se confrontó con los presidentes Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría Álvarez (1970-1976).

En junio de 1976, tras una operación articulada desde la administración de Luis Echeverría, Julio Scherer, junto con otros periodistas, redactores y trabajadores del diario Excélsior, dejó la dirección de dicho periódico. Ese mismo año fundó el semanario Proceso, cuyo primer número vio la luz el 6 de noviembre de 1976.

Scherer García realizó controvertidas entrevistas a lo largo de su carrera periodística, una de las más memorables y difundidas fue la que llevó a cabo al líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el subcomandante Marcos en 2001.

Obtuvo diversos premios, como el Premio María Moors Cabat, en 1971 y en 1977 fue reconocido como el periodista del año por Atlas Word Press Review de Estados Unidos.

El 1988 rechazó el Premio Nacional de Periodismo, en ese entonces lo entregaba el presidente de la república. También recibió en 2001 el reconocimiento Roque Dalton.

En 2002 obtuvo el Premio Nuevo Periodismo CEMEX-FNP, promovido por el escritor colombiano Gabriel García Márquez.

En 2003 aceptó el reconocimiento del Premio Nacional de Periodismo, una vez que éste se ciudadanizó.

En 2014 la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca le otorgó el doctorado honoris causa. También ese mismo año recibió la medalla John Reed por su trayectoria periodística.

 

La redacción de Tierra Adentro lamenta profundamente el fallecimiento de uno de los pilares de la cultura mexicana, gran defensor y promotor de la libertad de expresión e institución, sin duda alguna, del periodismo crítico y libre de México.

Fotografía de Nicanor Parra, Valle del Elqui, 1987, Leica M3, Summicron 90mm, Kodak Ektachrome.

Los cien años de Nicanor Parra

 

Además una cosa:
El poeta está ahí
Para que el árbol no crezca torcido.

¿Por qué poesía?

 

Porque un hombre camina junto a una jauría azul. Un hombre avanza con las manos abiertas; un hombre se levanta rojo, con la boca que escupe tierra.

 

Nicanor Parra nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico, Chile. Creador de la antipoesía; poeta desenfadado, colérico, desafiante, maníaco, combativo celebra hoy, en vida, su centenario.

 

Se han ido, Nicanor. Despediste a Gonzalo, a Juan, a Vicente, a Pablo. El último de la fiesta, el faro que alumbra la inmensidad.

 

Por ti han pasado la electricidad, la televisión; la prosperidad, las hileras de botas y culatas, la furia, el silencio, los rostros destrozados.

 

Recuerdo un verso tuyo, que leído hace años, quizá no daba muestra de nada:

 

¡A lo mejor soy un sobreviviente!

 

A lo mejor sigues acomapañándonos porque tu corazón es tan grande y tu mente tan generosa que dejarnos solos, en mitad de un desierto asesino, sería irresponsable. Tu poesía es un artículo de primera necesidad.

 

La obra de Parra fuera del lugar común: los exabruptos, la ironía, el humor, es el punto de quiebre para entender la poesía hispanoamericana como un ejercicio de sentido común y compromiso, no sólo con la literatura. Más vale aprender a poner un foco y escribir del foco, que “inventar” la luz.

 

Te definiste como el antipoeta, el antialquimista, el anticonforme y trajiste a la literatura el lenguaje común, sin recovecos, sin trampas; una poesía que mira de frente al lector, lo señala y rabiosamente lo invita al convite, porque esa es su casa, lo ha sido siempre, porque esa es su familia, su lugar seguro.

 

El mundo de la materia viva, del contacto brutal cara a cara, de cuando las cosas tuvieron un nombre y significaban algo, un  siglo completo, una esperanza, quizás ridícula, pero esperanza al fin perviven en la poesía de Nicanor Parra, como él pervive —escombro del siglo XX— a manera de prueba de que alguna vez dos más dos sumaron cuatro.

 

Existe en su obra un quehacer meticuloso con las imágenes sutiles, el verso redondo y efusvio. El discuso de Nicanor nunca está sobrado. El protagonista en la poesía de Parra siempre es el ser humano moderno, la víctima del progeso. ¿Qué es ser Hombre?, se pregunta el poeta y la respuesta es cómicamente triste: el incompleto, el desposeído del Edén, que sale a trabajar, a hacer la vida porque la realidad habita en la Tierra y las respuestas están dadas y hay que laborar sobre ellas.

 

Rara avis en la tradición iberoamericana; más militante de su propia causa, que de las batallas literarias de su tiempo recibió el Premio Internacional Juan Rulfo y en 2011 obtuvo el Premio Cervantes.

 

Hay un tiempo no malgastado, el tuyo, ahora. Nicanor no es pasado, es poesía viva, dicha a gritos, porque entiendes y aún conservas para unos pocos, la idea de que la poesía se canta, no se hace ni dice agazapados. Tenerte en vida es un golpe contundente.

 

Fotografía por Pixabay.

Una noche estrellada, en ella un joven grita desesperado al cometa perdido hace cien años.

En casa, mamá no tiene la razón. El perro en una esquina gira treinta y siete veces, después ladra al cometa perdido hace cien años. Hay una supernova llamada Crayola debajo de la cama del hijo. Ahí guarda, además, una caja vacía para cuando lleguen los conejos, las serpientes. Dos hombres se besan y el río se inunda de lámparas chinas. El mundo y su sintaxis arriesgada, sus tibios coqueteos con la felicidad.

Héctor Hernández Montecinos es el poeta de las particulares. Su minuciosa visión de la vida hace de su trabajo una obra como herida abierta, con los colores expuestos y el dolor, con la sorpresa y lo encendido de la sangre, lo podemos tocar y sentir.

La obsesión con el otro abunda en su quehacer. Siempre interpelando al que está detrás del espejo, preguntando el por qué y el cómo. Montecinos se reinventa y parece el hombre de mil máscaras, el poeta impredecible. Ello hace de su poesía un reflejo de niño malo combinado con ternura. Una frontera donde le da voz a personajes marginales y a la membrana estelar en Atacama.

 

Soy nuevamente un niño pequeño

no hablo ni escucho

mi piel por dentro es de noche

y me alimento del verde soma

me están llamando ¿oyes?

mis células aplauden y glorifican

mis entrañas son tus entrañas

mis humores son tus humores

mis lágrimas son tus lágrimas

mi semen es tu semen

 

Aquí una entrevista con Montecinos:

 

¿Qué es un país?

Una porción de deseo y miedo delimitado por una línea también imaginaria.

 

¿Qué es el bien?

El espejo de la vanidad.

 

¿Por qué poesía?

Porque destroza el espejo de la vanidad, el deseo y el miedo mediante la imaginación.

 

¿Utopía o realidad?

Qtopías (utopías de la realidad cuántica).

 

¿Qué es dios?

Una pregunta singular en expansión desde hace 7.6 billones de años.

 

¿Eres lo que planificaste ser?

En este plano soy lo que no soñé ser (karma).

 

¿Quién y cómo es tu mejor amigo?

Mi peor enemigo en vacaciones.

 

¿Qué es la izquierda y qué es la derecha?

El partido político más largo de la historia moderna.

 

¿Cuál es el momento de la Historia que consideras más relevante?

Cuando el primer hombre o mujer o niño vio la primera noche estrellada.

 

¿Por qué las fronteras?

Porque el miedo y el deseo son rentables.

 

¿Fama?

No smoking, thank you.

 

¿Publicar en Latinoamérica?

Latinoamericanizar las publicaciones.

 

¿Dices soy del sur?

Soy del sur.

 

¿Eres libre?

Y a veces libro.

 

¿Qué es una ciudad?

Un momento donde la ruina parece monumento y viceversa.

 

¿Qué piensas de la relación entre poesía y política?

A la poesía le falta más (bio)política y a la política, más poesía.

 

¿Cómo opera la memoria en el espacio de lo poético?

Un museo: caza de musas.

 

¿Cómo es la figura de un poeta en el presente?

Adiposo.

 

¿Qué papel tiene lo poético en la vida cotidiana?

La poesía le copia a la vida y no al revés.

 

¿Qué pasa con el significado en la poesía, ha cambiado su papel en el presente; es relevante?

Los significados, las verdades y todo lo que parecía importante hoy como la ley, la ciencia, la tecnología, la publicidad cambia, caduca con el tiempo. La poesía, todo lo contrario. Sweet revange.

 

¿La Historia tiene cabida en la poesía? ¿Si es el caso, cómo se da esa relación?

La poesía es la historia de la intimidad de la Historia.

 

¿Qué es el hogar?

Capitalismo y esquizofrenia.

 

¿Qué es la amistad?

Amar a los que no te gustan.

 

¿Qué es el futuro?

Irse.

 

¿Eres feliz?

Irse.

 

 

***

 

Héctor Hernández Montecinos (Santiago, Chile, 1979) es licenciado en Literatura, doctor en Filosofía. Sus libros de poesía editados entre el 2001 y 2003 aparecen reunidos en [guión] (LOM: Santiago, 2008; Marick Press, Detroit, 2009, en inglés). [coma] (2ª ed. LOM: Santiago, 2009) comprende su trabajo poético de 2004 a 2006. Además han aparecido los siguientes libros antológicos de su obra: Putamadre (Zignos: Lima, 2005), Ay de mí (Ripio: Santiago, 2006), La poesía chilena soy yo (Mandrágora cartonera: Cochabamba, 2007), Segunda mano (Zignos: Lima, 2007), A 1000 (Lustra editores: Lima, 2008), Livro Universal (Demonio negro, Sâo Paulo, 2008, en portugués), Poemas para muchachos en llamas (RdlPS: Ciudad de México, 2008), El secreto de esta estrella (Felicita cartonera: Asunción, 2008), entre otros.

Fotografía por Pixabay.

¿Qué es un país?

Un millar de caballos, negros y horribles

animales

como ruiseñores cancerosos,

un millar de piedras que no hablan,

dos millares de negras botas,

un millar de sucios relámpagos

que golpean la espalda del pobre.*

 

¿Qué es el bien?
…la flor que todos los días, como amante, acompaña mis sueños, misterios y palabras.*

 

¿Por qué poesía?
…es el recinto legítimo del sueño, es un amor, una violencia tierna que penetra en el alma con pasos de gacela. Es una estatua con el destino roto.*

 

¿Utopía o realidad?

La boina verde andaba a la caza de la orquídea salvaje / y el helicóptero buscaba con furia a la mariposa.*

 

¿Qué es dios?

Oh sordo, ciego y luminoso dios, / enciende alguna vez el rostro del pueblo, / de este bosque sin dueño, propiedad / de todos y de nadie. Patria de espejos / y mediodías, patria embriagada de muerte.*

 

¿Por qué las fronteras?

Son los hombres del alba.*

¿Fama?

Arriba del silencio, / con la luz en declive, / mi retrato de niebla.*

 

¿Eres libre?

Este es el panorama:
Botas, culatas, bayonetas, gases…
¡Viva la libertad!*

 

¿Qué es una ciudad?

Larga, larga ciudad con sus albas como vírgenes hipócritas, / con sus minutos como niños desnudos, con sus bochornosos actos de vieja díscola y aparatosa, / con sus callejuelas donde mueren extenuados, al fin, / los rostros emboscados y los asesinos de la alegría.*

 

¿Qué piensas de la relación entre poesía y política?

…rompamos
con un coro solemne de gracia y gratitud
el silencio espectral que todo lo mancilla.*

 

¿Cómo es la figura de un poeta en el presente?

En un ala / de la ciudad, bajo los escombros.*

 

¿Qué papel tiene lo poético en la vida cotidiana?

…la desolación y el polvo, / el sombrío monumento, / el cementerio, / pero también los nuevos y brillantes ladrillos, / los siete brazos nuevos del candelabro de oro, / los jardines ya trazados / y las pequeñas flores que surgirán / y las nuevas sonrisas que habrán de venir.*

 

¿Qué es el hogar?

El caballo rojo.*

 

¿Qué es el futuro?

Ellos y yo sabemos estas cosas:

que la gemidora metralla nocturna,

después de alborotar brazos y muertes,

después de oficiar apasionadamente

como madre del miedo,

se resuelve en rumor,

en penetrante ruido,

en cosa helada y acariciante,

en poderoso árbol con espinas plateadas,

en reseca alambrada:

en alba.*

 

¿Eres feliz?

 

 

 

 

 

 

 

*Fragmentos de poemas varios de Efraín Huerta.

Efraín Huerta (Silao Guanajuato, 1914-Ciudad de México, 1982). Poeta, periodista y crítico cinematográfico. Entre sus libros publicados están Absoluto amor (1935), Línea del alba (1936), Los hombres del alba (1944), La rosa primitiva (1950), Para gozar tu paz (1957), ¡Mi país, oh mi país! (1959), Elegía a la policía montada (1959), El Tajín (1963), Poemas prohibidos y de amor (19673), Transa poética (1980), entre otros.

 

El café de cinco centavos por Fermín Revueltas.

Al salir de la reunión lo único que pude pensar fue: ¿para qué hablar de la casa de un poeta y no de su poesía? La incasable búsqueda por los detalles baladíes a los que nos aferramos con un compulsivo morbo de escudriñar en la vida de los otros, principalmente de aquellos famosos o casi famosos resulta una especie de compartir una vida ajena, casi vivirla, casi usurparla.

Así me habían encomendado la tarea de escribir acerca de la casa de Rafael López, el poeta modernista.

Inmediatamente me puse a buscar rastro de la casa. Vivo en la Ciudad de México y como tenía dos días para escribir la crónica me resultaba imposible trasladarme a la ciudad de Guanajuato. Hallé en una ilustrativa página web de tours quijotescos que en uno de sus recorridos turísticos se encuentra la casa del poeta. Paso siguiente llamé a la Secretaría de Turismo de Guanajuato y después de tres intentos fallidos y una relación estrecha con el conmutador y, la nula respuesta acerca del domicilio de la casa de López, emprendí otra búsqueda.

A lo sumo tres o cuatro sitios en internet hacen referencia del personaje Rafael López y su obra. Busqué en los catálogos de las bibliotecas universitarias de la ciudad y de otras bibliotecas públicas. Cuando casi me daba por vencida, más presa del hambre que de la desesperación de no hallar más datos concretos del poeta y su casa de nacimiento, encontré los registros de sus obras en la Biblioteca México.

La mañana siguiente: el mítico viaje a la biblioteca. Descubrí que hacía seis años que no pisaba ese edificio olvidado, frío y lúgubre que alberga a la México. El contraste entre la gente en los alrededores proveniente de muy distintos lugares y clases sociales, edades, oficios y que hacen una especie de paseo dominical entre semana y —al entrar a la biblioteca— el silencio rotundo; la limpieza de lo recién hecho y al mismo tiempo todo nuevo, todo efímero e inacabado: los letreros, las molduras de las puertas, las sillas, las mesas. Las salas de consulta parecen una cafetería, donde había estanterías con fichas de catálogo ahora hay mesas con monitores de computadora descomunales. En las orillas descansan las bibliotecas personales de José Luis Martínez y otros intelectuales, una especie de cementerio forzado con calzador; cada una resguardada por sendos policías como si quisieran evitar que los estudiantes de secundaria, que pueblan desinteresados las salas de lectura, atacaran vandálicamente la memoria de la indiferente historia literaria de México.

La sorpresa vino al recibir la respuesta azorada de los bibliotecarios cuando se percataron de que por mí misma había establecido la clasificación de un material prácticamente olvidado, y preguntaba por la letra correspondiente de la estantería que los resguardaba. ¿Pero ya sabe qué libro está buscando? Sí, tengo la clasificación, respondí. ¿La clasificación?, exclamó escéptico el amable bibliotecario. MX/861/L6/O2, respondí lacónicamente. Venga por acá, contestó aquél, cambiando la expresión de su rostro como si me hubiera sido aceptado como el nuevo miembro de una cerrada cofradía.

Finalmente en el estante dos libros enjutos flanqueados por otros de poetas casi desconocidos respondían a la autoría de Rafael López. Primero hojear en un ejercicio dadaísta las páginas del libro, después el trabajo serio: revisar el índice y dar paso al prólogo. Ninguno de los dos prometía mucho, a pesar de haber sido escritos por un tal Alfonso Reyes y por otro ilustre estudioso de nombre difícil (Serge I. Zaïtzeff ). Y digo un tal Alfonso Reyes, porque las tres sucintas páginas firmadas con este nombre no parecían dignas del célebre neoleonés sino de algún impresor de la burocracia contemporánea. En él, el elogio, la grandilocuencia, la superficialidad.

En el otro prólogo, del poemario La Venus de la Alameda, se enumera cronológicamente la vida del poeta. Hace un breve análisis de su poética y filias literarias; así como las razones (implícitas) del porqué ha sido olvidado y peor aún, el porqué de su autocensura y la falta de ganas para escribir que López padeció los últimos años de su vida. Se cuentan las glorias y los múltiples trabajos del poeta: publicó en todas las revistas literarias importantes de su época, fue miembro de Ateneo de la Juventud, profesor y prolijo cronista en diarios como El Universal; así como partidario de movimientos vanguardistas como el Estridentismo y el Agorismo, que como consecuencia lo llevaron a decidir no aceptar su curul en la Academia de la Lengua. Finalmente, el joven vate creció al aceptar la dirección del Archivo General y como pasa comúnmente (la burocracia y la poesía no se llevan de la mano) el poeta no escribió más.

Sin embargo, en ninguna de las líneas escritas a Rafael López aparece rastro alguno de su casa, sólo la fecha de su nacimiento (Guanajuato, 4 de diciembre de 1873). En mi rápida investigación no encontré imagen del lugar donde vivió y pasó sus primeros años. No puedo aseverar que ahora en ese sitio hay una casa de cultura, un cibercafé, una tienda de ropa femenina o un Oxxo. Fallé. Esa casa es para mí un lugar desconocido, un casi no lugar. No prometo regresar para montarme en un seudo tranvía y escuchar el guión impreciso del guía donde indique que de lado derecho se encuentra la casa del poeta guanajuatense Rafael López, no tiene caso ni sentido. Al regresar a la vieja Ítaca citadita que es la Biblioteca México entendí que la casa de un poeta son los libros que dejó; los versos, sus puertas y ventanas; las estrofas, la sala y el baño; las rimas y los temas, las lumbres, el agua de las tuberías: un hogar.

 

Leopoldo María Panero en un fotograma de ’El desencanto’. Fotografía de RTVE.

Hay una vida que se construye mientras la gente muere. Hay una resistencia. La partida: un falso futuro.

La primera vez que leí a Leopoldo María Panero estaba sentada frente a mi vieja computadora; tenía 22 años y estaba sola. Imposible no gustarme. Ese loco se había convertido en mi mejor amigo, el único. Compartimos el ideal y la lucha. Después, la vida me llevó a emparejarme con otro fanático suyo a quien, después de separarnos, yo perseguía en las bibliotecas o librerías. Obviamente, un día me hallé en mitad de un pasillo de la Biblioteca Central de la UNAM leyendo con desesperación Orfebre, hasta ese entonces mi libro favorito. Fueron años crueles. De no ser por Leopoldo, habría enloquecido.

En su enfermedad existía una especie de cuerda de rescate . Pienso en LMP y lo que hay es liberación. Ver las fotografías de él encerrado en ese hospital canario no me estristece. ¿Quién realmente estaba detrás de los barrotes?

Sin duda Leopoldo fue un hogar. Después de 7 mudanzas, desempaco algo de mi adolescencia paneriana. Mi trabajo literario no tendría cabida sin:

Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma lanzando gritos y bromeando acerca de la vida: y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre cómo se balancean los trapecios. Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma contentos de que esté tan vacía.

Sin él no tendría familia. Hallé joven y en la soledad absoluta una habitación donde dormía un hámster, una piedra y un hombre atando planetas de un sistema solar perdido en mi infancia. Me conformé con las historias maternales de los Panero. Crecí y ahora me despido.

Leopoldo María Panero murió el pasado 5 de marzo, en Las Palmas de Gran Canaria.

Se fue, en palabras de Roberto Bolaño, “uno de los mejores poetas españoles.”

Sólo la nieve sabe…

***

Leopoldo María Panero (Madrid, 1948 – Las Palmas de Gran Canaria, 2014). Poeta. Hijo del poeta Leopoldo Panero y hermano de Juan Luis Panero. Militó en movimientos antifranquistas, lo cual lo llevó a diversas estancias en prisión. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y Filología Francesa en la Universidad Central de Barcelona. Ingresó por primera vez en una institución para enfermos mentales en la década de los 70. Después estuvo una larga temporada en el psiquiático de Mondragón. Finalmente se estableció por propia voluntad en la Unidad Psiquiátrica de Las Palmas de Gran Canaria (o El manicomio del Dr. Rafael Inglott, como lo nombraba). Entre la abundante obra de Leopoldo María Panero están los libros Por el camino de SwanNarciso en el acorde último de las flautasEl último hombreOrfebreGólem, entre otros.

 

Fotografía Pixabay.

La primera imagen: un niño mirando detrás del cristal de pecera gigante, dentro de ella un hombre-buzo. Casi un libro infantil. Lo abrí con actitud desenfadada, no quise mostrar esa felicidad de niña que recibe una manta llena de retazos de telas de colores bordados por la abuela. No leí nada preciso de primera vista. Seguí la conversación con el libro en la mano como si me hubiese desecho de su presencia. Lo sostuve bien. De regreso a casa, a mitad del camino lo abrí:

verdes los azulejos del baño ///  adornos, ventanas y edificios, cuatro segundos cerrando cada dirección /// decirlo descuido, recurso del cuerpo /// celeste una virgen ilustra /// sin ser Manila, inminente futuro ahí

Cuando te sorprendes sonriendo y con un libro en las manos, sientes que la luz de la casa estará encendida por siempre.

Casi ininteligible. La poesía de Patricio Grinberg oscila entre lo inmedito y la mitología de un personaje levitando. La vida desde arriba. La posibilidad del después fincada en un pasado que a pesar del esfuerzo no logra desprenderse. Eres otro, pero en el mismo cuerpo, con las mismas costumbres y los mismos miedos.

Quien lea la poesía de Grinberg no encontrará un poema o libro de poesía convencional. La versificación y el uso del lenguaje son una apuesta por la desubicación y la reelectura de los textos para abtraer la imagen, la sentencia implícita. También existe en su poesía angustia y despesperación, al construir frases casi no frases y ser sucinto en imágenes. En él: la contundencia y la furia.

Aquí la entrevista que le realicé al poeta Patricio Grinberg:

 

¿Qué es un país?

No sé, una piñata, en el mejor de los casos algo parecido al cuchillo de Lichtenberg (no tiene hoja y  le falta el mango).

¿Qué es el bien?

“¿Cómo podría saberlo? ¿Puede ser bueno para los peces lo que es bueno para el mono? ¿Sigue siendo hermosa una mujer atrapada en un gesto de resentimiento? ¿Puede una princesa ser princesa si se aleja demasiado del palacio?”, algo como eso respondió Wang Ni cuando le preguntaron lo mismo.

¿Por qué poesía?

En un comentario etimológico probablemente falso pero del todo afortunado, Pascal Quignard sugiere que las palabras latinas flare -soplar así como se sopla una flauta- inflare, fellare, tienen su origen en la griega phalos, y todas, de alguna manera u otra, suponen infundir energía, cargar la realidad, el ejercicio de otorgarle a la realidad una forma aumentada.

Poesía es una forma rara de intentar hacer lo mismo pero con palabras.

¿Utopía o realidad?

No hay oposición, la realidad es una forma de utopía.

¿Qué es dios?

Entre el nirvana y el samsara no hay ninguna diferencia (Nagarjuna dixit),  el nirvana es el samsara y el samsara es el nirvana, la única diferencia entre uno y otro es la forma en que se los experimenta.

¿Eres lo que planificaste ser?

A los nueve yo quería ser camionero.

¿Quién y cómo es tu mejor amigo?

Me resultaría difícil describirlos y no veo ninguna necesidad de nombrarlos.

¿Qué es la izquierda y qué es la derecha?

La mano con la que me rasco y la mano con la que escribo.

¿Cuál es el momento de la Historia que consideras más relevante?

Éste, 9 de noviembre 2013, 9:24 am (medio dormido, la taza de café todavía caliente)

 ¿Por qué las fronteras?

Para poder hacer sentido cada vez que decimos adentro o afuera.

¿Fama?

La escritura sólo te entrena para la indiferencia.

¿Publicar en Latinoamérica?

Escribiendo se pierde el tiempo, publicando también se pierde dinero. El asunto es perder.

¿Dices soy del sur?

Acá el sur es Tierra del Fuego.

¿Eres libre?

Sí, no, no sé, depende, igual que todos.

¿Qué es una ciudad?

Mucho ruido, una secuencia enorme y aparentemente desarticulada de movimientos y ruidos.

¿Qué piensas de la relación entre poesía y política?

Sólo diciendo política a cualquier manifestación de poder, asignando valor político a cada palabra, pero en ese caso también serían políticas las distintas formas de atarse los cordones de los zapatos y cualquier receta de cocina.

¿Cómo opera la memoria en el espacio de lo poético?

Como algo que intencionalmente se desarticula y se reinventa apenas el artificio poético se enciende.

¿Cómo es la figura de un poeta en el presente?

Ninguna marca particular, un tipo como cualquiera.

¿Qué papel tiene lo poético en la vida cotidiana?

Nada más allá de algunas horas de trabajo, por la noche o por la mañana.

(Si la experiencia poética de pronto abandona el texto ya no es poesía, es otra cosa, es la vida).

¿Qué pasa con el significado en la poesía, ha cambiado su papel en el presente; es relevante?

El significado no es opcional, nunca ningún texto escapa al significado, lo único que cambia son las formas de trabajarlo.

¿La Historia tiene cabida en la poesía? ¿Si es el caso, cómo se da esa relación?

En la poesía cabe cualquier cosa y todo lo que entra necesariamente se deforma. También la historia (y también las leyes de la termodinámica y los patitos de hule, el brócoli, también el porno de los años treinta).

¿Qué es el hogar?

Oikew en griego significa vivir, estar. Oikeiw unir, apropiarse, ganar, ser amigo. Oikos significa casa y lo que es propio, significa familia, fuego familiar, significa templo.

¿Qué es la amistad?

Un pequeño repertorio de gestos vacíos que sólo significan o parecen significar dentro de un mecanismo completamente privado.

¿Qué es el futuro?

Un presente diciendo otro (un presente que todavía no).

¿Eres feliz?

Siempre, aunque pareciera todo el tiempo esforzarme por disimularlo.

**
Patricio Grinberg  (Buenos Aires, 1971). Publicó La Jabalina (tsé-tsé, 2002), Manila (Zindo&Gafuri, 2010) y VHS (Zindo&Gafuri, 2010). Es administrador del blog de poesía -y coeditor del sello editorial Zindo&Gafuri.

Fotografía de Héctor Río.

Era 1999. Yo cursaba el último mes del tercer grado de secundaria. A mi escuela entraron unos jóvenes con camisetas negras, blancas y rojas. Pasaron a cada salón de clases para informarnos sobre el movimiento estudiantil en la UNAM. Todos permanecimos en silencia durante la plática. Al final del día, como era costumbre de todos los estudiantes de allí, nos reunimos en “La Glorieta”; me sorprendió que los jóvenes del movimiento aún permanecieran en los alrededores de la escuela entregando volantes, pidiendo cooperación monetaria para así poder llevar a cabo más volantes; también informaban a todo el que se cruzara enfrente. Los miré detenidamente hasta que uno de ellos se acercó a mí y con una sonrisa me entregó un volante y una fotocopia con esto:

 

Confianzas

Se sienta a la mesa y escribe «con este poema no tomarás el poder» dice «ni con miles de versos harás la revolución» dice

y más: esos versos no han de servirles para que peones maestros hacheros vivan mejor coman mejor o él mismo viva mejor ni para enamorar a una le servirán

no ganará plata con ellos no tendrá cine gratis con ellos no le darán ropa por ellos no conseguirá tabaco o vino por ellos

ni papagayos ni bufandas ni barcos ni toros ni paraguas conseguirá por ellos si por ellos fuera la lluvia no mojará no alcanzará perdón o gracia por ellos

«con este poema no tomarás el poder» dice «con estos versos no harás la revolución» dice se sienta a la mesa y escribe

 

En aquella época leía la poesía que el enjuto maestro de Español nos dejaba de tarea, Sor Juana, Amado Nervo, Octavio Paz. Fue la primera vez que alguien me regaló un poema y me pidió que leyera en voz alta. De regreso a casa repasé muchas veces esos versos; hasta esa fecha no había leído nada así. Gelman me hizo compañía en mis primeros años de Prepa, cuando decidí estudiar literatura como carrera universitaria, cuando dejé la casa de mis padres a los 21 años; cuando me alejé de la universidad para ser poeta, para no buscar plata, para no conquistar nada en la vida de nadie; para escribir de él, quien sin saber, me enseñó a descubrir que existen esos  que escriben versos contundentes y hermosos, y se convierten en tus confidentes, en amigos para toda la vida.

*

Juan Gelman nació en la ciudad de Buenos Aires, el 3 de mayo de 1930. Fue poeta, periodista y traductor. Debido a su actividad política y periodísticas vivió en el exilio entre 1975 y 1988. Durante los años fuera de Argentina padeció en carne propia el dolor de la desaparición de su hijo y nuera, víctimas de la cruenta dictadura militar. Entre sus obras más destacadas están Velorio del soloGotánEl juego en que andamos, Serfíni o Cólera Buey, así como Los poemas de Sydney West, Traducciones, Fábulas, Relaciones, Hechos y relaciones o Si tan dulce; País que fue ser, entre otros. A lo largo de su vida recibió numerosos galardones, como el Premio Nacional de Poesía en 1997 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2005;  el Premio Cervantes en 2007,  y dos años después la Asociación de Poetas Chinos le otorgó el Premio Antílope Tibetano. Vivió durante muchos años en la ciudad de México, donde finalmente falleció hoy martes 14 de enero de 2014. El mundo por ahora está en silencio, detenido, solo, ausente. Adiós, che. Adiós, querido amigo.

Avril Blanco
Avril Blanco (ciudad de México, 1984). Poeta, narradora y editora. Ha publicado en diversas revistas literarias como Casa del TiempoDédaloSíncopeEste PaísPalestraMaldoror (Uruguay); la revista digital Valderrama y el suplemento cultural Guardagujas, de la Jornada Aguascalientes. Su primera obra poética Cosas que nunca dije antes de que estallaran las bombas fue publicada en 2012 por el sello editorial catalán Foc. Fue becaria en el área de narrativa por la Fundación para las Letras Mexicanas (2009-2010).

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Ilustración realizada por John Marceline

Llegó marzo y las jacarandas se llenan de flores, inicia el bullicio de las movilizaciones por el 8M, sentimos gusto, enojo y tristeza, por la visibilización extra que se le da a nuestras miradas y reclamos.
Secretaría de Cultura