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EL EXPERTO EN SÁNDWICHES DAVID BROOKS OPINA SOBRE LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS AFROAMERICANOS
La presión para “re-abrir” las escuelas, el caso recientemente tomado por nadie más que el mamón de David Brooks, es una pila de basura falsa, peligrosa y fascista. En su artículo para el New York Times Brooks demoniza a los maestros, acusándonos de ser unos cobardes, idiotas y flojos a quienes nuestro frívolo deseo de seguir vivos nos viene con un supuesto alto costo: el bienestar de los “niños afroamericanos que viven en ciudades con alcaldes progresistas y sindicatos poderosos”.
Pendejo, PLEASE, cállate el hociquito, o, como Wittgenstein alguna vez escribió, “De lo que no se puede hablar, hay que callarse la puta boca”.
Entre el ¡regresen-a-trabajar-pinches-vagos-flojos! de la editorial de Brooks y la burla del payaso de la clase, Dinesh D’Souza, predeciblemente lanzado contra un maestro de secundaria por ser más erudito que su goofy ass, nos encontramos en medio de un maratón de burlas a los maestros.
El discursito de Brooks afirma cuatro “hechos”, y entonces, para no romper con su pseudo-estructura, afirmaré cuatro tesis en defensa de los maestros. Antes de demostrar mis puntos, quisiera dejar claro que, a diferencia de Brooks, un célebre experto en sándwiches, yo sí tengo experiencia en asuntos de educación pública. Ambos de mis padres son maestros retirados bilingües que enseñaron a niños afroamericanos. Siguiendo su dirección, obtuve una licencia para educar, y he enseñado a niños afroamericanos que viven en ciudades con alcaldes progresistas y sindicatos poderosos cerca de veinte años.
- Las escuelas ya están abiertas.
Repito, LAS ESCUELAS YA ESTÁN ABIERTAS.
UNO NO PUEDE RE-ABRIR ALGO QUE EXISTE EN UN ESTADO DE APERTURA.
Al discutir que las escuelas deberían “re-abrir”, Brooks se compromete a un escamoteo retórico tal que deslegitima los servicios educativos ofrecidos por los distritos que se han mudado a plataformas digitales. Estudiantes en estos distritos sí asisten a la escuela. Solamente se ve diferente, muy diferente, y la calidad de la educación en línea que están recibiendo esos niños en estos distritos podría mejorar enormemente a través de un incremento de fondos. Los recursos existen para esta redistribución presupuestaria con los departamentos de policía local que tienen miles de millones de dólares secuestrados.
Lo que los “re-abristas” de verdad están empujando es volver a tener a los niños “almacenados” en un lugar. Abogan por reunir a los niños de regreso en establecimientos que ya estaban sobrepoblados y ya tenían poca ventilación pre-COVID-19. Mi salón de clases anterior, por ejemplo, estaba arriba de la cafetería y, como habrás aprendido o no en clase, el calor sube. Mi salón también sufría de luz solar directa y carecía de aire acondicionado. Como consecuencia de estos factores, la temperatura de mi salón, a veces, excedía los 38 grados centígrados.
El calor del salón no duraba un día, duraba SEMANAS, y cuando pedí ayuda a la administración, me dijeron que “enseñara afuera, cerca del árbol”. Cuando me quejé una segunda vez, los administradores me enviaron un e-mail en el que me invitaba a su oficina con aire acondicionado a disfrutar de una paleta de hielo.
- Las familias afroamericanas, de quienes Brooks se apuntó como embajador paternalista, no son los miembros comunitarios discutiendo “re-abrir” las áreas que él describe. Ese esfuerzo está siendo liderado por miembros de la extrema derecha.
Cuando Jon Valant, catedrático emérito de Brookings Institution, analizó datos demográficos y politicos relacionados con la reapertura de los campus, encontró que era mucho más probable que los distritos educativos en condados que apoyaban a Trump en la elección de 2016 anunciaran planes de tener clases cara a cara: “En realidad, no hay relación —visual o estadística— entre las decisiones de reapertura de los distritos educativos y los nuevos casos de COVID-19 per capita en los condados. En contraste, hay una fuerte relación—visual y estadística— entre las decisiones de reapertura de los distritos y el apoyo a la elección de Trump en el 2016 por parte de los condados.”
Jon Valant, Brookings Institute
Mike Gallo, habitante de Long Beach y defensor del re-almacenamiento escolar, es un exlanzador de las ligas mayores de béisbol que desperdicia sus días haciendo shit-posting en Facebook. Gallo y otros padres blancos de estudiantes enrolados en Long Beach Unified District, un distrito con una población estudiantil 15.2 por ciento blanca, quieren obligar a las escuelas a re-almacenar ahora. Mientras tanto, los casos de COVID continúan incrementando en el condado de Los Ángeles, mismo condado que contiene a Long Beach.
Long Beach es predominantemente una comunidad Latinx, y Los Angeles Times reporta que el COVID ha “afectado a los Latinos de maneras desproporcionadas… la gente se enferma en el trabajo y luego esparcen el virus a miembros de sus familias en casa”. Long Beach Unified School District es el empleador más grande en Long Beach y mientras las muertes de Latinxs por COVID-19 están arriba por 1000%, los re-almacenadores de Long Beach parecen despreocupados por estas estadísticas. Y no parecen molestarse por el hecho de que “la mayoría de los niños, adolescentes y jóvenes que mueren por COVID-19 son hispánicos, afroamericanos o nativos-americanos ”.
- ¡Algunos idiotas que se están uniendo al movimiento de “re-apertura” son también (surprise, surprise) anti-sindicatos!
El Long Beach Post reportó que el “exsuperintendente del Sindicato de Long Beach [Carl Cohn] está promoviendo una idea potencialmente controversial para el estado: acelerar la reapertura de las escuelas tomando el control de las negociaciones laborales entre los distritos locales y sus empleados”. En una editorial publicada en EdSource, Cohn pide al gobernador Gavin Newom suspender temporalmente el poder colectivo de negociación local de los maestros, argumentando que el estado debería poder obligar a los maestros a regresar a las aulas físicas tradicionales.
El argumento de Cohn trae a la mente un fenómeno derechista conocido como ausnahmezustand, el estado de excepción, que era fetichizado por otro Carl, Carl Schmitt, un teórico político y Nazi. De él, el editor en jefe de Lawfare, Quinta Jurecic, ha escrito: “Schmitt es mejor conocido por su teoría del ‘estado de excepción’, que dicta que el poder soberano puede decidir actuar fuera del marco de la ley. Como [Schmitt] escribió proféticamente en 1922, el ‘soberano es quien decide sobre la excepción’”. Al poner esta teoría en práctica se da pie a una dictadura, y la comodidad con la que Cohn propuso su solución de “re-apertura” fashy1, indica que el trumpismo no está limitado al gobierno federal. También prospera a nivel estatal y local.
- El empuje para re-almacenar niños en campus escolares demuestra una sed de sangre capitalista.
El capitalismo requiere desigualdad, sufrimiento y muerte, y al re-almacenar estudiantes afroamericanos en campus maltrechos, lugares donde el COVID-19 puede esparcirse, el costo aceptable de los “re-aperturistas” queda claro. El racismo capitalista, que es todo el capitalismo, depende de aquellos de nosotros categorizados “no blancos” para cargar con los denominados blancos, y si morimos en el proceso no debemos preocuparnos. Los encabezados se referirán a nosotros como héroes.
Tenemos una oportunidad de rehacer las escuelas al usar lo que educadora Ruth Wilson Gilmore ha llamado reformas no-reformistas; cambios que no nada más ajustan ligeramente, sino que buscan transformar las circunstancias existentes de forma radical. Esta pandemia ha tirado la gorra de la educación pública en Estados Unidos, revelando que nuestro sistema actual no es más que una calva obvia que ningún peine puede tapar. Enviar gente de regreso a los campus escolares sin hablar de cómo la austeridad restringió a las escuelas públicas hasta dejarlas vacías e inefectivas, al día de hoy, beneficiará al tipo de gente a la que le importan más los sándwiches que las comunidades de color.
Nota: Traducción realizada por Rodrigo Porcayo
Este texto apareció originalmente en inglés en Tasteful Rude y lo traducimos con permiso del editor.