Tierra Adentro

 

Desde Brangelina (apodo con el que se conoció al exmatrimonio entre Brad Pitt y Angelina Jolie) llevamos unos años viviendo con la moda de bautizar a las parejas románticas del espectáculo haciendo una fusión de sus nombres en uno. Algunas parejas en la ficción también reciben estos sobrenombres, y para muestra el botón que durante meses ha sido uno de los temas de conversación de mayor impacto en México: Aristemo.

Aristemo es la fusión entre los nombres Aristóteles y Cuauhtémoc, personajes de la telenovela mexicana Mi marido tiene más familia (2017-), producción de la empresa Televisa. Y no son nada más una pareja formada por dos hombres: se trata de unos adolescentes que han cobrado una enorme importancia mediática, en tiempos en los que la televisora mexicana estaba lejos de sus glorias de antaño; especialmente en esta época en la que aparentemente la televisión está en agonía y el formato estrella de la industria, la telenovela, en desuso.

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Antecedentes

Establecer los antecedentes de este fenómeno implica enfocar los lentes hacia varios puntos: el tema gay en las telenovelas mexicanas, el tema gay en las ficciones adolescentes de los últimos años y el productor artífice de este fenómeno, Juan Osorio, el mismo al que suele referirse cuando se habla de manera despectiva de las telenovelas (“Está peor que telenovela de Osorio”) y el de la veldad de su exesposa Niurka Marcos.

 

Temática gay en las telenovelas mexicanas

La telenovela es un formato cuya fuerza motora es el melodrama, un modelo narrativo asociado a la cultura popular cuyos orígenes se encuentran en el teatro y que posteriormente fue apareciendo y adaptándose a los soportes tecnológicos masivos, como los libros, la prensa, los folletines, el cine, la radio, la televisión y ahora también está presente en Internet.

En palabras de Carlos Monsivais, este género caracterizado por la teatralidad exagerada: “es el elemento de mayor arraigo de la industria cultural. Así atraigan y emocionen en gran medida el cine cómico, el de acción, y el del espectáculo, nada supera al melodrama, con sus variantes, agonías y revitalizaciones, que sigue siendo el espejo familiar por excelencia, el escenario de la ética escondida en las tramas, de las aventuras de la desventura.” (2002, pág. 111)

Sus orígenes en la televisión mexicana se cuentan oficialmente desde 1958, sin embargo es en 1979 cuando oficialmente comienza a despuntar como industria internacional. Diez años después un joven Juan Osorio, que había iniciado su carrera en Televisa como ayudante del set, encabezó la producción de la historia original de Abel Santa Cruz llamada Mi segunda madre, que tuvo como protagonistas a María Sorté, Enrique Novi y Fernando Ciangherotti.

Ciangherotti fue el villano que después de engañar a María Sorté y cometer tremendos fraudes millonarios fue a parar a la cárcel, y años después salió para desahogar toda la ira reprimida contra su exmujer. Durante esa segunda etapa apareció el personaje interpretado por Roberto Palazuelos, un amigo suyo con quien pasaba mucho tiempo comentando sus futuras fechorías y quién, de manera velada, fue mostrándose más que como un amigo, al tiempo que se enfatizaba que en la cárcel el personaje de Ciangherotti había sufrido algo muy intenso que le había provocado un trauma severo.

 

Se presume que es la primera telenovela en sugerir una pareja homosexual (ojo: pareja y no una caricatura de hombres amanerados), pues todavía en la década de los ochenta la Secretaría de Gobernación era quien daba el visto bueno y la aprobación de los guiones de las telenovelas, como lo manifestó Carla Estrada sobre la telenovela Quinceañera de 1987 (2011).

Una década después Televisa conoció la competencia que en cuanto a la ficción representaron las coproducciones entre Argos y la entonces recién creada Televisión Azteca. La vida en el espejo se produjo en el año 1999, protagonizada por Gonzalo Vega y Rebeca Jones representando la historia a la inversa de Mirada de mujer (1997-1998), donde una familia se cimbra tras la infidelidad de la esposa y él, el esposo, se enamora de una joven mucho menor que él. Esta familia contaba además con tres hijos, el mayor de ellos, defensor de la madre y de apariencia pulcra y formal, fue interpretado por José María Yazpik.

A mitad de la trama el personaje rompe con su prometida, quien lo define como “impotente”, y tras conocer a un amigo de su hermana, descubre su homosexualidad que confiesa por primera vez ante su padre. A partir de eso se asume como tal y sostiene una relación amorosa con el personaje interpretado por Manuel Blegerman. En La vida en el espejo (1999-2000) se mostró no solo la aceptación total de la familia, sino afecto físico entre ambos.

 

Tras la muerte de Emilio Azcárraga Milmo y con la llegada del siglo XXI, las telenovelas tanto de una empresa como de la otra fueron introduciendo parejas homosexuales en sus elencos secundarios: en 2001, en Salomé, también producida por Juan Osorio, el actor Rodrigo Vidal encarnó a un hombre gay que trabaja como bailarina en un cabaret y que sostiene un romance con un cantante de mariachi (con un final bastante desafortunado); en 2008 la telenovela producida por Roberto Gómez Fernández y Giselle González, Alma de Hierro (2008-2005), presentó la relación entre dos hombres maduros interpretados por Rafael Inclán y Juan Carlos Colombo; en 2009 la diversidad sexual se mostró en dos tramas: Sortilegio, producción de Carla Estrada en la que se presentó una escena de intimidad entre los personajes de Marcelo Córdoba, su esposa interpretada por Chantal Andere y el personaje de Julián Gil, a quién mencionaban como bisexual, y el hecho inédito de que el protagonista de Los exitosos Pérez, al que le dio vida Jaime Camil, sostiene una relación abierta con el personaje de José Ron. A diez años de La vida en el espejo, esta pareja también demostraba afecto físico durante los capítulos, hasta el punto de grabar escenas de besos que fueron censurados por Televisa.

 

Entrada la nueva década, la productora Rosy Ocampo mostró en diversas ocasiones a personajes masculinos que descubren su homosexualidad y la asumen pese a todos los prejuicios: la primera ocasión en el año 2014, con la producción Qué pobres tan ricos, dando cuenta de cómo se fue gestando la relación entre los personajes de Diego de Erice y José Eduardo Derbéz, una especie de romance juvenil con todo y sus diferencias de clase social, que si bien mostraban afecto físico nunca llegaron al tan esperado beso; y un año después lo planteó con el personaje de Eddy Vilard en Antes muerta que Lichita (2015-2016), quién confiesa su homosexualidad ante el horror de su madre, mujer católica ultraconservadora.

Para 2017 el discípulo de Ocampo, Eduardo Meza, transmitió el primer beso gay de las telenovelas en Televisa en la telenovela Papá a toda madre con los personajes de Andrés Zuno y Raúl Coronado quienes, además, representaron a una pareja unida civilmente que buscaba la adopción de un hijo.

 

En 2018 Pedro Damían volvió a contar una historia de jóvenes estudiantes que sostienen una relación homosexual en la telenovela Like, donde la pareja de chicas nunca pudo besarse frente a la pantalla (fans en internet aseguran que fue por censura de Televisa). Y digo volvió a contar porque en el año 2006 presentó lo que hasta este momento, y exceptuando los programas unitarios como La Rosa de Guadalupe y Como dice el dicho, es el antecedente más cercano al caso de Aristemo: la relación entre los estudiantes de preparatoria Freddy y Charlie, personajes de la telenovela juvenil Clase 406 (2002-2003).

 

Temática gay en las producciones adolescentes de los últimos años

Vale la pena hacer un recuento mínimo de las temáticas LGTBIQ en el panorama televisivo internacional: Will and Grace (1998), Queer as Folk (2000), The L Word (2004), Grey´s Anatomy (2005), Modern Family (2009) más todas aquellas que durante esta década han aparecido en plataformas digitales como Transparent (2014) de Amazon Prime, Orange is the new black (2013) de Netflix y Sense 8 (2015), de la misma productora.

Si bien es durante el siglo XXI que la ficción ha recurrido a la diversidad sexual de manera constante, la primera referencia directa que me llega a la mente en cuanto al tema enfocado para los adolescentes es en la serie canadiense Degrassi Junior High (1987-1989), aquí conocida como Los estudiantes de Degrassi, que pasaba en el canal 7 de la entonces Imevisión, a finales de los años ochenta. Después llegó otro romance entre un joven de preparatoria y un guapo policía en la serie estadounidense Dawson´s Creek (1998-2003) que para inicios del siglo presentó un romance entre los personajes Jack y Doug que incluían besos cortos y afectos físicos.

Parece pertinente mencionar el caso de 13 Reasons why (2017) de Netflix, un drama adolescente o del género young adult que cobró mucha popularidad, pues, entre otras cosas, contó con varios personajes gay que o están descubriendo su identidad sexual o ya la tienen refirmada y en práctica, sin promover clichés o estereotipos al respecto.

 

El productor del pueblo

Conocer la trayectoria del productor de Mi marido tiene más familia, la telenovela que ha lanzado el fenómeno Aristemo en su segunda temporada, es importante como antecedente pues, como se mostró párrafos atrás, el abordaje de esta temática no le ha resultado ajeno, pero sobre todo porque es necesario recalcar que en este momento junto con Carla Estrada, es uno de los dos productores de telenovelas con más antigüedad en Televisa.

La trayectoria de Osorio cuenta hasta el momento con 26 telenovelas que han tocado una gran cantidad de temas, tonos y formas. Sus primeros títulos se enmarcaron en un melodrama tradicional, contados del campo al pueblo y a la urbe como La gloria y el infierno (1986), El padre gallo (1986) y Tal como somos (1988), para después explorar otras narrativas, con tramas misteriosas y llenas de secretos que llevaban al espectador a hacer todo tipo de conjeturas como en La casa al final de la calle (1989); historias de época como Clarisa (1993) o Si Dios me quita la vida (1995); adaptaciones de clásicos como Siempre te amaré (2000), remake de Lo imperdonable y Salomé (2001), remake de Colorina.

También retomó los melodramas tradicionales con María José (1995), Marisol (1996) y Tormenta en el paraíso (2007); abordó temáticas sociales como el racismo en El alma no tiene color (1997), el fomento a la donación de órganos en Velo de novia (2003) o la difusión de enfermedades poco conocidas en su época como el Lupus, en Días sin luna (1990); ilustró maternidades complejas y enfermizas en Madres egoístas (1991) y Mi pecado (2009); y en sus últimos títulos le ha dado un giro a su estilo retomando la telenovela con comedia, en una suerte de sitcom adaptado al formato apuntándolo más hacia lo familiar con muchos personajes, situaciones diferentes, e incluso, partiéndolos en temporadas, con títulos como Una familia con suerte (2011), Mi corazón es tuyo (2014) y Mi marido tiene familia (2017).

Ya lo dijo Graham Murdock en un texto que pese a sus años tiene más vigencia que nunca: “el conocimiento de las historias de la vida de los grupos creativos es esencial para un mejor entendimiento de las fuentes sociales y estéticas de los melodramas.” (1988, pág. 74). En entrevista hecha en el programa El observatorio de TvUdlap, Juan Osorio contó la historia de su vida y afirmó:

“Soy un productor del pueblo. O sea, soy esencia del pueblo, soy una persona que conoce al pueblo, y soy una persona que no aspira a hacer la televisión que va a cambiar al mundo, hago una televisión que tenga valores, (…) no me gustan las novelas que tengan exceso de sexo, que sé que mi horario es un horario familiar y que sé que dentro del divertimento que tengo de la propuesta de esa novela también tengo la oportunidad de dar un mensaje. (…) Hay un matrimonio que no puedo nunca desvincular; el público y mi sentimiento. Yo escucho al público, y lo que yo siento es lo que produzco, es lo que hago.” (TVUDLAP, 2015)

 

El fenómeno Aristemo

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A pesar de los antecedentes planteados de la temática gay en las telenovelas de Televisa,  sigue resultando sorpresivo que la empresa mexicana tenga en Aristemo y en Juliantina (la pareja lésbica de la teleserie Amar a muerte de 2018), el atractivo romántico que está jalando a la audiencia que presuntamente estaba perdida. Tomando en cuenta que la moral católica pesa de manera determinante en lo que Nora Mazziotti llamó el modelo Televisa de hacer telenovelas, en donde cualquier trasgresión es castigada sin que las ópticas nuevas tengan espacio en ellas (2006), parece que las cosas están cambiando y que éste modelo se encuentra (¡al fin!) de camino a una evolución real.

Mi marido tiene más familia es la continuación de Mi marido tiene familia (2017-2018) historia de origen coreano adaptada al contexto mexicano. En ambas emisiones se han abordado temáticas aptas para el público adulto-mayor, para el de los adultos-jóvenes, para el de los jóvenes-adolescentes e incluso para el de los niños. El horario de las 8:30 de la noche se ha prestado no sólo para representar problemáticas familiares variadas sino para promocionar la gastronomía, cultura y turismo de la ciudad de Oaxaca. La inclusión de distintos sectores demográficos y la glocalización (contar historias universales desde la perspectiva local) han sido dos factores de éxito desde el origen de esta historia.

Según lo contó Juan Osorio en entrevista a Álvaro Cueva (LaSaga, 2018). fue a iniciativa de Emilio Azcárraga Jean que en la segunda temporada de la telenovela irrumpieran algunos de los personajes centrales de Una familia con suerte, melodrama producido por Osorio en 2011, así que el equipo de escritores encabezados por Santiago Pineda y Pablo Ferrer retomaron a la familia de Pancho López (Arath de la Torre) para brincar de la historia coreana agotada en la primera temporada y plantearle una nueva perspectiva a la historia de los Córcega. Así es como aparece Cuauhtémoc (Joaquín Bondoni), el hijo de López que ya era conocido por el público joven, quien en esta nueva aventura coincide en edad y escuela con Aristóteles (Emilio Osorio), también conocido por la audiencia desde la temporada anterior.

Desde los capítulos iniciales se planteó la homosexualidad de Temo y su naciente interés por Aris, cuestión que los escritores vislumbraron como la historia de amor del elenco juvenil. Y desde el origen la plantearon así, como un romance que encajara en un horario familiar entre dos personas antes que entre dos homosexuales. Según palabras de Santiago Pineda (LaSaga, 2018), el equipo creativo se planteó llevar a la pantalla algo con responsabilidad que no fuera de nicho, que se saliera de las claves y los códigos que se entienden solo si se pertenece a la comunidad LGTBIQ, donde el tema gay no fuera el foco sino una característica más, un extra que complementara la historia de amor. Se pensó, pues, en el público masivo de las telenovelas que supera los 3 millones de espectadores diarios y no en una audiencia de números reducidos. Es la lógica del broadcasting, de la televisión abierta, de un horario estelar.

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La respuesta del público ante esta perspectiva no se ha reflejado únicamente en los ratings sino también en un fenómeno de conversación a través de las redes sociales, a partir de hashtags (se colocan al menos 3 como trendig topic de Twitter, nacional y a veces mundial, durante cada capítulo), memes, blogs y videos en YouTube que comentan y reaccionan a los sucesos de la pareja.

Algo mejor conocido como transmedia, es decir, la cultura participativa generada por el público que parte de un consumo mediático en donde los mensajes se aprehenden, reelaboran y comparten. El vínculo que une a la industria cultural con una audiencia que no sólo recibe sino produce sus propios contenidos a partir de lo que ve. Ante el éxito, la industria (Televisa) confirma que el concepto Aristemo será llevado al teatro y a una serie spin off dentro de la misma empresa teniendo a la pareja como protagonista, que seguramente seguirá contando con esta retroalimentación por parte de sus seguidores.

Retomo la cita de inicio de Carlos Monsiváis: “nada supera al melodrama, con sus variantes, agonías y revitalizaciones, que sigue siendo el espejo familiar por excelencia”. El melodrama tiene una gran cantidad de variantes que dan vida a productos creativos que dependen de un contexto, de un momento, de un equipo de trabajo con objetivos claros, y hoy en día hasta de la tecnología para entrar en el gusto de una audiencia que está ávida de encontrarse e identificarse, venga de donde venga el mensaje. Y no vino de una serie, o una teleserie, vino de una telenovela, por más que se insista en el que el concepto está muriendo o en desuso.

Hoy Aristemo está triunfando por muchos factores, pero principalmente porque Televisa, a través de un productor experimentado en un horario estelar, recordó a un público, el adolescente, al que sus telenovelas habían olvidado desde hacía mucho tiempo; uno que requería una representación más apegada a las nuevas realidades, acorde a sus tiempos, a sus emociones, a su forma de expresión, libre de etiquetas y prejuicios, desde una perspectiva familiar positiva pero sobre todo, popular. Eso, me parece, ha hecho toda la diferencia.

 

Bibliografía

LaSaga. (5 de Diciembre de 2018). #ÁlvaroCuevaEnLaSaga con escritores de televisión y series.  [Obtenido de Archivo de video] Recuperado de https://youtu.be/Y8TNcPR3wTA

LaSaga. (19 de septiembre de 2018). #ÁlvaroCuevaEnLaSaga inicia transmisiones este miércoles con invitado de lujo: Juan Osorio. [Obtenido de Archivo de video] Recuperado de https://youtu.be/Mx3ADkhcjq4

Estrada, C. (2011). Una vida de telenovela. En Telenovelas en México. Nuestras íntimas extrañas (págs. 48-90). México: Grupo Delphi.

Mazziotti, N. (2006). Telenovela: industria y prácticas sociales. Bogotá: Grupo Editorial Norma.

Monsiváis, C. (2002). El melodrama: “No te vayas, mi amor, que es inmoral llorar a solas”. En H. Herlinghaus, Narraciones anacrónicas de la modernidad melodrama e intermedialidad en América Latina (pág. 111). ebookcentral.proquest.com.

Murdock, G. (1988). Fabricando ficciones: elementos para el estudio de la producción de dramas televisivos. Estudio sobre las cultura contemporáneas , 67-93.

TVUDLAP. (5 de Diciembre de 2015). Juan Osorio en El Interrogatorio | Versión Extendida TVUDLAP. [Obtenido de Archivo de video] Recuperado de: https://youtu.be/KdlrlIVNkls


Autores
Raquel Guerrero Viguri es Maestra en Estudios de Cultura y Comunicación por la Universidad Veracruzana y creadora del proyecto de divulgación audiovisual Ratona de tv: www.ratonadetv.com

Ilustrador
Jorge Álvarez
Es de Guadalajara, Jalisco, y tiene 25 años. Dibuja desde los siete años. Puedes ver su trabajo en https://www.instagram.com/zelldixon/
Secretaría de Cultura