En más de un par de ocasiones he contado que cuando migré a la ciudad de Jobel comencé a usar la máscara de “indígena” para identificarme ante los dueños de ese mundo.
Llegó marzo y las jacarandas se llenan de flores, inicia el bullicio de las movilizaciones por el 8M, sentimos gusto, enojo y tristeza, por la visibilización extra que se le da a nuestras miradas y reclamos.