“Cualquier cosa, se sabe, aunque no dure para siempre
dura más que los hombres:
una camisa, unos lentes,
un viejo libro, una flor seca entre sus páginas.
“El único antídoto contra la tristeza del mundo: contribuir, de la manera que sea, a remediarla”, escribió Enrique Servín en uno de sus afórismos, una máxima que a lo largo de su vida cumplió, cualquiera que lo haya tratado puede dar testimonio.
I
Alguna vez me contasté que entre los tarahumaras hay algunos que siguen siendo gentiles, que no se han bautizado ni se deben bautizar y que el resto los llama gawí tónara, los pilares del mundo.