La virtud más grande de una conmemoración es la de convertirse en un pretexto para abrir, en medio del tiempo, un claro en el que ejercer nuestro derecho a pensar.
Llegó marzo y las jacarandas se llenan de flores, inicia el bullicio de las movilizaciones por el 8M, sentimos gusto, enojo y tristeza, por la visibilización extra que se le da a nuestras miradas y reclamos.