La profundidad del pensamiento de Blaise Pascal (1623-1662) destaca por la variedad de las disciplinas a las que consagró sus muchos años de estudio: física, matemáticas, filosofía, teología.
Ha pasado a la historia la anécdota de que, al preguntarle al papa Juan XXIII la razón por la cual había decidido convocar un nuevo concilio, respondió sencillamente que se trataba de un aggiornamiento, una “puesta al día”.
Edith Stein pertenece a la estirpe de santas cuyos méritos —si cabe hablar de ellos, que la santidad es gracia, no merecimiento— trascienden las categorías de la virginidad y la sumisión con que suele nimbarse a las piadosas mujeres de la Iglesia católica.
No es difícil imaginar la sacudida que significó el hallazgo y los estudios de fósiles a lo largo del siglo XIX en ámbitos como la ciencia, las humanidades y la religión.